A medida que el verano empieza a dar paso al otoño, y el otoño al invierno, es común que estemos un poco malhumorados. Hace frío, está húmedo y oscuro. “Genial —decimos con un suspiro pesado y un gruñido—, llegó el invierno”.
Parece una respuesta razonable. Seguramente es parte de ser humano sentirse triste cuando el cielo está tan gris.
Sin embargo, es interesante que uno de los países que siempre aparece en la lista de “los más felices del mundo” es Dinamarca, un lugar conocido por inviernos terribles.
¿Cómo mantiene Dinamarca su posición como uno de los países más felices del mundo?
Algunos señalan su gran apoyo por un estado de bienestar sólido. Otros dicen que es por su calidad como pasteleros (hay que admitir que los pasteles daneses son increíbles).
Sin embargo, recientemente, los investigadores comenzaron a prestarle atención a un ingrediente ignorado: hygge (se pronuncia /júga/).
¿Qué es hygge?
La forma más sencilla de explicar hygge es que es la sensación de encontrarse en la intersección de la comodidad, la satisfacción y el bienestar. La imagen clásica sería estar sentados al lado de una chimenea, bebiendo chocolate caliente, envueltos en una manta abrigada y con una mascota durmiendo a nuestro lado.
¿Cómo podemos incorporar más hygge a nuestras vidas este invierno?
Según Meik Wiking, autor de El pequeño libro de Hygge, podemos hacerlo respetando el “Manifiesto de Hygge”: